En un cruce d caminos, uno d ellos el Camino d Santiago, un monolito recuerda a las víctimas d la represión franquista. En el monolito hay un número grabado: 1936. Año en el q asesinaron a todas aquellas personas en aquellos perdidos montes y los enterraron en fosas comunes.
En 2010, la Agrupación de familiares de personas asesinadas en los montes de La Pedraja luchaba por su abertura. El representante de la agrupación era Miguel Ángel Martínez quien, junto a su hermana Eva y su padre Rafael, buscaban a un abuelo y un padre, Rafael Martínez Moro.
Mi idea inicial era documentar las fases d la exhumación y entrevistar a familiares para realizar un trabajo d difusión y d explicación d lo q allí había vivido. Deseaba q se conociese aquella barbarie. Mi objetivo era una expo fotográfica y un audiovisual.
Después d pasar 7 días en la fosa, volví a casa y una llamada telefónica de Eva, de la Agrupación, me alertaba de la visita d un vecino a la fosa: "En esta fosa está el maestro de mi pueblo, un catalán." El maestro era Antonio Benaiges Nogués, el maestro del pueblo de Bañuelos.
Antoni fue maestro d aquella escuela durante 2 cursos 1934-36. La escuela se convirtió en una cooperativa d imprenta escolar donde los alumnos pasaron a ser los cronistas: investigadores, redactores, ilustradores e impresores con afán común, el de expresar todo cuanto pasaba.
La 2a República decretó q la enseñanza debía ser laica, pública, coeducativa y gratuita. Abrió las aulas a las corrientes d renovación pedagógica como la del pedagogo francés Freinet, q proponía un método orientado a «dar la palabra al niño» y en el uso de la imprenta en el aula.
Cuando Benaiges llegó a Bañuelos de Bureba, encontró una escuela abandonada por el Estado: sin materiales y con pocos recursos más que la buena voluntad de los alumnos. El pueblo, pequeño y sin carretera, carecía de electricidad, agua corriente y teléfono.
Una de las primeras cosas q hizo Benaiges al llegar al pueblo fue encargar un gramófono y una imprenta con el objetivo de crear un cuaderno escolar -como ya hacían otras escuelas seguidoras del pedadagogo Freinet- y que, democráticamente, bautizaron con el nombre de Gestos.
Aquella escuela publicó un total de 13 periódicos: 6 d Gestos, 3 d Recreo y 4 publicaciones más: El retratista; Sueños; Folclore burgalés, Y el cuaderno más poético, mágico y simbólico de su labor en Bañuelos, el titulado El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca.
Los
niños y niñas de Bañuelos no habían visto nunca el mar y, en
enero de 1936, su maestro los animó para que lo imaginasen y lo
describiesen. El resultado fue un cuaderno monográfico sobre la
inmensidad azul. “El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo”.
Así es como se imaginaba el mar uno de los niños de este pueblecito
de Burgos. Las descripciones se repetían: “El mar será”… “El
mar será…”.
El
maestro Antoni Benaiges, que revolucionó su escuela dando la palabra
a sus alumnos con la ayuda de la imprenta Freinet, les prometió que
irían a Mont-roig de Camp, a casa de su familia, para verlo por
primera vez y así poder decir: “El mar es… El mar es…”.
La 1a vez q tuve en mis manos ese cuaderno fue en la casa natal d Benaiges,en Mont-roig. En 2010. Allí me esperaban Elisa Benaiges (sobrina del maestro), su hijo Jaume Aragonés y su primo Jaume Roigé (también sobrino).
Desde hacía 75 años, guardaban el corazón d esta historia.
Cuando tuve el cuaderno de El Mar, supe q aquella historia no podía quedar encerrada ni en aquella fosa ni en aquella caja.
Teníamos que librar una batalla contra el olvido, para q su memoria no se perdiese para siempre.
Mi próxima parada era la escuela de Bañuelos en Burgos.
Visité el pueblo, era diciembre, hacía frío. Era la 1a vez q lo visitaba. Su alcalde, Jesús Viadas, m abrió la puerta d la escuela. Tomé la fotografía q conservaban los Benaiges en su cajita. Sí, aquel retrato de grupo s había hecho en las puertas d aquel edificio 75 años antes.
Ahora ya no era una escuela, era un almacén. Su estado era ruinoso, sucio y desordenado. Pero, a pesar d ello, conservaba la esencia d lo que fue la escuela d aquel pueblo: pupitres desvencijados, una pizarra, libros del maestro q la censura de los falangistas pasó por alto,...
Me parecía increíble estar entre aquellas cuatro paredes, observar su pizarra e imaginar en ella las letras d Emerenciana,una d sus alumnas corrigiendo su redacción d El mar: «El maestro nos ha dicho que nos va llevar a verlo y que nos echaremos a nadar». De nuevo, la emoción.
En aquel mismo lugar, conocería a algunos d los protagonistas: el entañable Eladio, Antonio García, Jesús Carranza,... Con cada fotografía recuperaba un trocito d aquella historia y veía cómo me convertía d nuevo en el retratista de aquellos niños, ahora abuel@s d casi 90 años.
Sin duda, los últimos reflejos de una historia extraordinaria que había ocurrido hacía más de 75 años y cuyos protagonistas estaban desapareciendo muy rápidamente para convertirse en una historia sin testimonios vivos.
Un día recibimos un mensaje d la nieta d una exalumna. La parte final de su correo nos decía: «Aprovechen lo que guarda en su memoria; a la familia nos siguen cautivando y emocionando los relatos relacionados con su maestro y con su trágica muerte». Así conocimos a Felisa Viadas.
Tenía 89 años. Felisa era de las alumnas más prolíficas. Poder entrevistar a una protagonista era de vital importancia para el proyecto, ya que en 2012 quedaban pocos exalumnos con vida. Conservaba intacta la llama del recuerdo: «Mataron a mi maestro y era un buen maestro».
Al recuperar l memoria d Benaiges reparamos un olvido. Son muchos los trabajos q se han hecho estos últimos años: un documental, diferentes libros, una exposición fotográfica; un cómic; dos obras de teatro e incluso una película, #Elmaestroqueprometióelmar y una asociación.
14 años han pasado desde aquella exhumación q marcaría mi vida. Muchas son mis horas entregadas para ganar esta batalla al olvido. Estoy satisfecho d haber podido contribuir en salvaguardar 1 vida d una alta calidad humana, silenciada y casi olvidada por el monstruo del fascismo.